lunes, 22 de febrero de 2016


LA ESCRITURA ACADÉMICA



El universo del discurso académico está conformado por diversos géneros o “familias” de textos (la tesina, la tesis, el examen, el informe de investigación, la reseña, la ponencia, el artículo científico, entre otros) que comparten ciertas características generales aunque se diferencian entre sí por sus condiciones de producción y circulación. Se trata de un discurso especializado, es decir, un discurso que se define por su finalidad específica: producir y difundir el conocimiento científico, y por su inscripción en una esfera de la actividad humana que se desarrolla en ámbitos particulares tales como universidades, institutos de investigación científica y academias. El lenguaje de este discurso especializado -a diferencia del lenguaje “general” que empleamos en la comunicación cotidiana- tiene, más allá de las variantes que se advierten en los distintos campos disciplinares, un conjunto de rasgos comunes de vocabulario, sintaxis y gramática que configuran un estilo propio cuyas cualidades principales son la precisión, la concisión, la claridad y una tendencia a la neutralidad e impersonalidad.

Los géneros académicos satisfacen distintas finalidades intelectuales y comunicativas y corresponden a diferentes instancias de las prácticas académicas. La tesis, por ejemplo, es un escrito que se elabora como resultado de una tarea de investigación muy especializada, que habitualmente insume varios años de trabajo y corona la culminación de los estudios superiores con el título más alto que otorga la universidad: el doctorado. La producción de una monografía, en cambio, constituye un ejercicio cuyo objetivo es iniciar al estudiante en la tarea de investigación, que requiere el entrenamiento en la búsqueda, recolección, evaluación, selección y organización de material bibliográfico pertinente y el afianzamiento de destrezas de escritura propias del discurso académico.
Las guías que presentamos en esta sección proponen una descripción de distintos géneros académicos, caracterizados a partir de los aspectos siguientes: (a) su función comunicativa; (b) el tipo de organización textual que la caracteriza (narración, descripción, explicación o argumentación); (c) los segmentos o componentes que integran su estructura, es decir, su formato  y (d) su estilo verbal.

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